La expropiación de YPF es un gran paso adelante del gobierno Nacional, en la recuperación de la soberanía energética nacional, pero además es la respuesta adecuada a las organizaciones que, como la CTA, la FeTERA, el MO.RE.N.O. y otras organizaciones sociales y políticas, vienen luchando desde hace más de 20 años -desde antes de la privatización- por la energía como bien social y un derecho humano al que todos deben tener acceso tanto como al agua, la electricidad y el gas.
La propuesta contempla declarar “DE UTILIDAD PUBLICA Y SUJETO A EXPROPIACION” el 51% de YPF Sociedad Anónima, de modo tal que Estado nacional tendrá el 26,01% del total y las provincias productoras, el 24,99%.
Esta decisión termina aceptando el fracaso de un modelo energético cuya puesta en vigencia comenzó con el menemismo en la década del ‘90 y continuó hasta nuestros días, con graves consecuencias para Argentina que de ser un país exportador de petróleo y gas, pasó a ser un país plenamente importador de energía por más de 10 mil millones de dólares en el 2011.
Era hora de poner fin a la política liberal y neoliberal, nefasta para los argentinos, que dejó a millones de trabajadores en la calle y las riquezas nacionales en manos de grupos multinacionales.
Hoy con esta iniciativa se comienza a dejar atrás las políticas que trataron a la energía como una mercancía y que permitió a los grupos económicos trasnacionales, a simple declaración jurada, vaciar nuestras reservas de gas y petróleo a su puro beneficio. Reservas de energía que fueron descubiertas por las empresas del Estado nacional, ya que las privatizadas no realizaron nuevas exploraciones ni inversión alguna.
Ahora es necesario avanzar en el cambio de todo el modelo energético, porque REPSOL no es la única empresa multinacional que opera en Argentina. También operan, entre otras, CHEVRON, PETROBRAS, TOTAL, PANAMERICAN ENERGY, BRITISH PETROLEUM, etc… Es decir, se necesita de un nuevo compromiso que nos ayude a recuperar integralmente las políticas de Estado en el campo energético. Políticas que nunca debimos abandonar.
Hay que impulsar hoy más que nunca la integración regional para acordar políticas energéticas en función de los intereses y necesidades de los pueblos, y los argentinos debemos impulsar la creación de una empresa totalmente pública, nacional y social, con integración de las organizaciones que defienden los derechos de los usuarios y el medioambiente, los trabajadores y el Estado nacional.
La energía es un problema de todos, no sólo de los que supuestamente saben, por eso debemos retomar el camino que trazara el General Enrique Mosconi, que en su sabiduría de patriota tenía claro que el petróleo, el gas, la energía no sólo era patrimonio nacional, sino además soberanía, autonomía y cementerio de la dependencia.