Militancia

17 de noviembre, Día de la Militancia, fecha tan importante para la historia de nuestro país, que trasciende los límites de la historiografía peronista y que no puede ser apropiada solamente por un sector político, sino que tiene que ver con los momentos históricos más importantes que vivió nuestro país y nuestro pueblo en los últimos 50 años.

Un 17 de noviembre de 1972, después de 17 años de abandonar el país perseguido por un golpe militar y una dictadura, volvía al país el general Perón. Se abría claramente la perspectiva de un cauce a tantos años de resistencia, y nuestro pueblo fue a recibirlo en una gesta heroica, caminando debajo de la lluvia, enfrentando los tanques que movilizó Lanusse, y de esa gesta surgió la conmemoración del Día de la Militancia.

Y ese día, sin ninguna duda, trasciende, reitero, los límites de una identidad partidaria, porque militancia es eso: es el compromiso de hombres y mujeres que son los principales motores de los grandes hechos históricos que protagonizó nuestro pueblo.

Los militantes son una suerte de fogoneros de las ideas de transformación y de cambio. Este fuego transformador que alienta todas y cada una de las experiencias organizativas, culturales y políticas que anidan en nuestro pueblo. Desde esta perspectiva, aprovechamos este espacio para saludar a todas estas mujeres y hombres militantes de las ideas de transformación, de cambio, de construcción de justicia que cotidianamente ponen su esfuerzo, su creatividad, su inteligencia para construir una sociedad nueva. De alguna manera, creo que todos los días y en todos los ámbitos hay hechos que se pueden utilizar como ejemplos de lo que es ésta militancia transformadora.

Me quiero remitir a uno de ellos, que protagonizamos junto con cerca de 180 militantes de experiencias educativas de la Central de Trabajadores de la Argentina de la provincia de Buenos Aires y de la Capital Federal. Un encuentro que se efectivizó en la ciudad de Avellaneda, en la sede de la Cooperativa Unión Solidaria de Trabajadores (UST-CTA).

Allí, en la localidad de Wilde, donde los trabajadores que fueron despedidos de la empresa Techint contratada por el CEAMSE para hacer el mantenimiento en esos terrenos depositarios de la basura, enfrentaron ese despido y fueron capaces de crear una cooperativa que a lo largo de los años fue creciendo. Hoy, además de haber obtenido el logro de mantener la fuente de trabajo para esos trabajadores (porque esa cooperativa sigue trabajando en esos terrenos del CEAMSE), abrió nuevas fuentes de trabajo y abrió cauces de cambios y mejores para toda la barriada de Wilde. Porque esa cooperativa UST fue también promotora del Centro Vecinal, promotora del Bachillerato Popular, promotora de huertas populares, de ferias de artesanías y alimentos que generan los propios trabajadores de la región, que se venden y distribuyen entre la propia población de esa barriada.

Allí, en ese lugar, se realizó el encuentro de experiencias educativas populares de organizaciones de la Central de Trabajadores de la Argentina. Más de veinte experiencias educativas, desde experiencias desarrolladas por organizaciones sindicales como la Asociación Trabajadores del Estado, como la Asociación Agentes de Propaganda Médica, como también surgidas de los movimientos en defensa de los derechos de la niñez como el caso de Ruca Hueney en General Rodríguez, los compañeros y las compañeras en Villa Fiorito, este bachillerato popular de la UST, la Universidad de los Trabajadores creada por los trabajadores cooperativistas de IMPA.

Nos sentamos a discutir la perspectiva de una educación popular, y del derecho y la responsabilidad que tenemos los trabajadores de no solamente protagonizar desde una perspectiva defensiva, -o sea, de generar espacios de educación para los sectores que el sistema oficial escupe y marginaliza-, sino también de ser capaces de construir una pedagogía popular que se irradie e inunde también los ámbitos del sistema de educación estatal, que en el día de hoy no termina de dar cuenta de las importantes necesidades que tenemos como pueblo para desarrollar la educación como una palanca de transformación.

Surgió en este debate la relación entre el sistema público de educación y estas experiencias de organización popular, muchas de las cuales están contenidas en el sistema público y otras que se desarrollan marginalmente al mismo, pero que necesariamente y extraordinariamente desarrollan experiencias educativas que deben articularse y potenciarse. Surgió claramente, también, no sólo el vínculo entre la educación pública estatal y las experiencias educativas de organizaciones populares, sino también la necesidad de dar una nueva vuelta de tuerca en la necesaria transformación del sistema educativo.

Fue muy importante en estos últimos años haber construido una ley que diera por tierra con la Ley Federal de Educación instalada durante los años del menemismo. Pero todavía está pendiente una ley que modifique la Ley de Educación Superior universitaria. Todavía está pendiente un nuevo debate público sobre la necesidad de que ésta actual Ley de Educación Nacional sea modificada y nos integremos los argentinos en un nuevo Sistema Nacional de Educación, que hoy sigue disperso y fragmentado.

Veo a estas casi 180 personas que participaron de este encuentro como el más fuerte símbolo de lo que es la militancia hoy. El símbolo de unir las luchas de la resistencia con la construcción de nuevas herramientas de formación de las nuevas generaciones. Estoy convencido de que este tipo de encuentros están alumbrando y anunciando la necesaria instalación de un Congreso Pedagógico que redefina las políticas educativas en nuestro país, y las profundice en una perspectiva emancipadora y de mayor protagonismo de los estudiantes, de los docentes, de más fuerte integración y apertura del Estado a la participación de las organizaciones populares que se vienen haciendo cargo de esta urgente necesidad de mejorar la educación e integrarla en un proceso de cambio que hoy está pendiente.

Por eso y quizás sin saberlo, en ese encuentro de experiencias educativas, estas compañeros y compañeros, en su mayoría jóvenes, fueron el más fuerte símbolo, y al mismo tiempo homenaje, al valor de la militancia como fuerza y energía creadora de nuevos cursos para la historia de nuestra Nación.

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