“La elección de la CTA es el hecho político del año”.

Así lo señaló el histórico dirigente de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Víctor De Gennaro, quien estuvo recientemente en Rosario para participar de un acto de apoyo a los candidatos locales de la lista 1 “Germán Abdala”, que disputará la multitud de cargos que a nivel nacional, provincial y municipal se ponen en juego en los comicios de la central alternativa, principalmente en competencia con la lista que conduce el actual secretario general, Hugo Yasky.

Con su presencia en un acto realizado en La Toma, De Gennaro, referente de la nómina que a nivel nacional lleva como candidato a la conducción al estatal Pablo Micheli, respaldó a Gustavo Terés, que aspira a continuar la línea de la actual conducción de la Central de Trabajadores Argentinos de Rosario y a llevar a la jefatura provincial a Jorge Acedo. El primer candidato a delegado al congreso nacional es, por este espacio, el metalúrgico villense Alberto Piccinini.

La disputa de la central sindical creada en 1993 adquirió una inédita dinámica de confrontación entre espacios que, en los grandes títulos, dividen aguas en torno de la cercanía o autonomía respecto del gobierno. De Gennaro, que no será candidato, entiende que ese análisis es “una simplificación” y que de las elecciones del 23 de septiembre saldrá un “multipoder” en la central, que alejará cualquier amenaza de quiebre. “Se fracturan los aparatos, acá vota la gente”, enfatiza. No obstante, reconoce que hay en puja dos proyectos. El que lo identifica, aclara, es el que pretende aportar a una central sindical “autónoma, que no sea del gobierno ni de los patrones, sino de los trabajadores”.

¿La elección de la CTA puede terminar en una fractura? —Sería como decir que cada vez que se elige presidente hay peligro de que se fracture el país. Mucha gente confunde debate político con división. Se trata de deformar el hecho político trascendente del año. Con más de un millón de afiliados, no hay elección tan grande este año como la de la CTA. Se van a elegir 16.400 cargos a nivel distrital, provincial y nacional. Y el comicio consolida una construcción colectiva que convirtió en hecho la aspiración de libertad y democracia sindical. Los que especulan con la división se van a llevar una sorpresa. Va a enseñarle a un montón de sectores, que le tienen miedo a la gente, que los trabajadores estamos para más. En la CTA se afilia quien quiere. No es como la CGT, donde el afiliado es el sindicato. O sea que no es necesario fracturarse. Se fracturan los aparatos, acá vota la gente. Nosotros no somos la CGT ni una CGT alternativa, somos una central de trabajadores que no es del gobierno ni de los patrones. Y hay algunos que creen en una cosa y otros en otra. ¿Y quién decide? Los trabajadores, no cuatro tipos en una pieza.

¿Cuáles son los proyectos en disputa? —Hay cinco listas a nivel nacional, y más todavía en los niveles locales y provinciales. Pero la discusión esencial es de qué manera se mejora la transformación del país. Nosotros creemos que hay que unificar a los sectores populares, convocar a una constituyente social y discutir si, en el marco de una crisis de representación que sigue viva, podemos organizarnos para ser protagonistas y construir poder político, en lugar de ser la pata social de alguien que gobierna por nosotros. Necesitamos la cultura de los partidos políticos de origen popular y distintos sectores sociales. Pero siempre preservando nuestra autonomía. A los dirigentes de la CTA los elegimos nosotros. Mal, bien o regular. Pero no nos lo pone un secretario de Estado. —¿La lista de ustedes representa al antikirchnerismo y a la mesa de enlace? —Vos me estás cargando. Me sorprende un poco lo de la mesa de enlace. La CTA siempre tuvo una sola postura sobre las retenciones, que tiene que ser segmentada. Y lleva la firma de Hugo Yasky, Pablo Micheli, Pedro Wasiejko y la mía. Y yo no estuve en ningún acto de la mesa de enlace. Tampoco fui al que convocó el presidente del Partido Justicialista. Es cierto que tuve y tengo una gran relación con Federación Agraria. Pero eso no significa que no haya discusión política. Soy respetuoso y no me olvido con quienes estuvimos en los cortes de ruta en los 90 y en construcciones como el Frenapo No tengo mala memoria ni paso facturas innecesarias. Trato de discutir política. No estoy con el negocio sojero en Argentina, ni el de la Sociedad Rural ni el de Kirchner. En cambio, la presidenta el otro día votó con la Sociedad Rural, la UIA y la CGT contra la propuesta de haber mínimo que llevamos nosotros al Consejo del Salario. Kirchner es el presidente del PJ y los que están con él saben adonde los lleva. En la Argentina se concentró la riqueza y la economía está más extranjerizada. Entre el 97 y 2007, las 200 empresas más grandes de país pasaron de producir el 11,2 por ciento al 21,6 por ciento del país. De ese grupo, antes 104 eran extranjeras y ahora 128. Y en esa década gobernaron Menem, De a Rúa, Duhalde y Kirchner. Basta de versos, este gobierno no tiene nada que ver con una política de transformación nacional y popular. Al campo popular nadie le regala nada. Si hay juicios contra los genocidas es gracias a los sobrevivientes que buscan el camino de la justicia, si hay un asignación universal por hijo, todavía es insuficiente, es porque la CTA instaló la consigna de que el hambre es un crimen hace muchos años. Y para nosotros es una inmoralidad que el ministro Boudou diga que no hay plata para pagar el 82 por ciento móvil a los jubilados. Para dar subsidios a los empresarios sí hay. Lo que no tiene Boudou no es plata sino vergüenza.

¿La administración de los Kirchner es equiparable a las de Menem y De la Rúa?

—Hay que explicar cada cosa. En lo económico, la concentración y la extranjerización es indiscutible. En otras cosas no son iguales. Pero yo no tengo por qué hablar del presidente del PJ. Yo renuncié a ese partido en los 90, cuando entendí lo que quiso decir Perón cuando dijo que su único heredero era el pueblo. A mí no me interesa la interna del PJ sino la del campo popular. Y ahí entra cualquiera que se banque discutir colectivamente. En nuestra lista hay gente de distintos sectores pero no vamos a dividir a la clase trabajadora por un partido. Después de la caída del Muro del Berlín y de la traición del peronismo, no es bueno que no exista una central autónoma de trabajadores.

¿La lista Uno es la pata de Proyecto Sur en la CTA?

—La visión instalada desde la comunicación hegemónica, de que esto es una interna entre el kirchnerismo, Moyano y Pino Solanas parte de la idea de que los trabajadores somos de palo. Ninguno de los tres está afiliado a la central. El que piensa así la política subestima a más de un millón de trabajadores, piensa que somos todos tarados. No somos la pata de nadie. Estoy feliz de apoyar una lista a la que nadie le regala nada y construye poder propio.

¿Si gana Yasky la CTA se diluye en una facción de la CGT?

—Eso es no entender la CTA. No hay sólo un cargo en discusión. Va a haber un multipoder. El secretario general de la central no estuvo en la constituyente de Neuquén ,y se hizo igual. Tampoco en la marcha por los jubilados, y se hizo igual. Y también se hacen cosas de las que nosotros no participamos. La CTA de Rosario no es la misma que la provincial. ¿Y se fracturó? No. Me siento privilegiado de que hayamos instalado una central de esta naturaleza. Las elecciones y la democracia ayudan a crecer. Ahora, si alguien se quiere ir, se va. Es lo que permite nuestro sistema afiliación.

¿En qué fase de la lucha y organización sindical se está actualmente?

—En pocos años sumamos 400 mil afiliados nuevos. La CTA es una minoría frente a la CGT, que tiene 3 millones de afiliados. Pero hay 10 millones de trabajadores que porque no pueden, no los dejan o no saben, no están en ninguna organización. Hacia allí tenemos que trabajar. Crecieron las resoluciones de conflictos en los que la lucha de los trabajadores pasaba también por organizarse. Hay un auge de la organización y respuesta al conflicto. Estamos creciendo y por eso vamos por más CTA y no por ver de quién dependemos. Eso es para los giles, no para los trabajadores.

Publicado en La Capital de este domingo 22 de agosto. Edición impresa.

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