Al mismo tiempo y en el mismo lugar. Una pareja celebraba emocionada tras la firma del acta de casamiento, mientras otra lloraba desconsolada sobre los papeles del trámite de defunción de su hijo. No se trata de una escena de una novela de la tarde; esto fue real y ocurrió en uno de los Registro de las Personas de Junín, donde la falta de espacios, privacidad, seguridad y, lo que es peor, higiene y mantenimiento, condenan a empleados y al público directamente al hacinamiento. Pero la situación más grave es la del Registro del Barrio Belgrano. Si no fuera por los trabajadores, que en sus ratos libres se ven obligados realizar tareas de limpieza, el lugar sería un chiquero. Una descripción rápida de las oficinas permite descubrir las condiciones en que se trabaja y se atiende a la gente. La recepción es un espacio de dos por dos metros que a diario se ve abarrotada por entre 15 y 20 personas sin sillas y sólo dos escritorios para la atención. Otra de las oficinas funciona en la cocina junto a un anafe; en el archivo, donde se amontonan cientos de expedientes, el techo está a punto de derrumbarse y las viejas conexiones eléctricas representan un peligro latente. El abandono de la dependencia estatal fue constatada días pasados por el secretario general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) Junín, Julio Miguenz, quien alertó que el edificio es una casa alquilada donde, por el estado en que se encuentra “no podría estar trabajando nadie, no sólo por las condiciones laborales que tendrían que tener los trabajadores sino las que están relacionadas a las personas que allí concurren”. “A este organismo concurren cientos de personas por trámites de fallecimientos, nacimientos, casamientos o el DNI. No hay sala de espera. A todo esto se suma que hay una sola silla y el público se la va “prestando” para sentarse unos minutos mientras espera”, detalló el sindicalista. Suciedad Miguenz contó que la falta de higiene “es total (no hay personal de limpieza) y en los ‘ratos libres’ los trabajadores de atención al público cumplen esa tarea”. “En los sanitarios da asco entrar. Latas de pintura, humedad, olores nauseabundos, más que un baño parece una galpón abandonado. Es imposible que un ser humano lo pueda utilizar”, describió. Además reveló que “el mal estado de las paredes (con manchas de humedad, grietas, etc), conexiones eléctricas deficientes (tienen más de 30 años), significa un riesgo permanente para los empleados y el público que recibe atención”. Sobre el archivo comentó que “los techos de chapa se llueven y se mojan los expedientes de todos los trámites. Por lo tanto, la humedad en el lugar es total y a eso hay que agregarle el peligro de la instalación eléctrica y de los techos que en cualquier momento se vienen abajo”. Miguen remarcó que la ausencia de una custodia policial transforma el lugar en ‘tierra de nadie’ y “cuando se produce algún incidente, generalmente por alguna demora en la entrega de documentación (algo frecuente), los empleados quedan totalmente expuestos a agresiones verbales y a veces hasta físicas”, puntualizó Miguenz. Matafuegos vencido o descargados El dirigente dijo también que otra de las carencias es la seguridad. “Si se produjera un incendio, los matafuegos están descargados o vencidos, y no hay salida de emergencia”. “Una de las oficinas está ubicada dentro de la cocina. Con lo cual mientras alguien está calentando agua para tomar un té, por ejemplo, a pocos centímetros hay un escritorio con una computadora y papeles donde se atiende a la gente. En ese mismo espacio está también la fotocopiadora (pagada a la cocina)”, describió. La acotación del espacio genera momentos ríspidos producto de la incomodidad. En la sala donde se celebran los casamientos no entran más de quince personas. Y esa misma situación se da en otros sectores. “Por la falta de privacidad, todos los que van a hacer un trámite escuchan lo que está hablando la persona a la que están atendiendo”, aseguró Miguenz. Casamiento y defunción al mismo tiempo En ese sentido recordó que “muchas veces sucede que por esa falta de privacidad se dan situaciones incómodas, por decirlo de alguna manera. Al mismo tiempo y en el mismo ambiente, puede estar una pareja casándose y disfrutando de ese momento, mientras al lado hay un matrimonio haciendo el acta de defunción de su hijo. Esto pasó y es una queja que plantearon los empleados”. Miguenz se quejó por las diferencias con las oficinas ubicadas en Hipólito Yrigoyen, entre Sáenz Peña y General Paz, donde -según él- “sí tienen personal de limpieza a pesar de tratarse del mismo organismo. La deficiencia que el sindicalista detectó en este edificio es la falta de comodidad para las personas imposibilitadas de caminar. “El Registro funciona en la planta alta, pero no hay ascensor, y para llegar a las oficinas una persona tiene que subir más de 50 escalones; ¿qué tiene que hacer entonces alguien que está en silla de ruedas?, se preguntó.