La industria del cuero produce manufacturas con muy altos costos de ventas y, contradictoriamente, paga salarios de hambre que conviven con condiciones de explotación, entre las que aún subsiste el trabajo infantil. Ricardo Arano, Secretario Adjunto del Sindicato de Empleados, Capataces y Encargados de la Industria del Cuero, organización recientemente enrolada en la CTA, dialogó con ACTA sobre la situación del sector.
-¿Cuáles son las especialidades que nuclea el Sindicato de Empleados, Capataces y Encargados de la Industria del Cuero?
Tenemos varias ramas, una de ellas es la curtiembre del cuero vacuno, el cuero que sale del frigorífico se curte en las fábricas y sale semi terminado para exportar y terminado para trabajarlo en las marroquinerías en Argentina. Otra rama es la curtiembre de lanares y pieles, ellos se encargan del curtido de pieles de oveja, de nutria, de zorro. Después tenemos el trabajo de manufactura que está dividido en marroquinería, quienes fabrican carteras; talabartería, que arman las monturas de caballos y también artículos de viajes, bolsos.
-¿Qué problemáticas atraviesa actualmente el sector?
La más importante es la cuestión salarial, paradójicamente no es un sector bien remunerado. Con algunos convenios, como el ramo de pieles y talabartería, los compañeros apenas pueden llevarse 4 mil pesos de bolsillo, por trabajar de lunes a sábado. Los productos manufacturados tienen un valor enorme de venta, sobre todo aquellos destinados a la exportación. Lo que le da valor a lo que la gente compra, es el trabajo de los compañeros. Hay empresas muy grandes que tienen trabajo clandestino, infantil, hay casos en que trabaja toda la familia adentro de la fábrica.
Y a la vez, tenemos una lucha histórica, que es una deuda pendiente y tiene que ver con los beneficios previsionales de anticipar la jubilación de los compañeros porque pasados los 50 años, los compañeros de la actividad sufren dificultades en su físico porque se trabaja con muchos productos químicos cotidianamente y generan complicaciones en la salud.
-¿Cómo nace este sindicato?
Nosotros nacemos en 1948, dentro del Sindicato de Obreros Curtidores de Avellaneda, empezamos a organizarnos en medio de una lucha, junto a los compañeros operarios que creyeron que era importante que se forme un sector de empleados y capataces. Actualmente tenemos nuestra sede en Parque Patricios. Desde que empezamos a organizarnos en el ’48 hasta ahora, se han creado muchas empresas, sobre todo de manufactura. Son muchos compañeros que están por los convenios colectivos del Sindicato de Empleados, Capataces y Encargados de la Industria del Cuero, con afiliados en muchas provincias, somos unos 1800 en total.
-¿Qué implica el ingreso a la CTA?
Estamos en la CTA porque consideramos que la unidad con otras fuerzas de los trabajadores es la principal fuente de fortalecimiento de todas las luchas, ya sean sectoriales, o del conjunto de la clase. Además, venir a la CTA es encuadrarnos detrás de banderas donde la independencia sindical, las luchas contra los manejos burocráticos y, sobre todo, las batallas por la dignidad de los trabajadores tienen el peso de toda una historia.