Acompañamos y reclamamos Justicia para Cristina, víctima de violencia de género durante años por parte de su marido y padre de sus hijos, Ricardo Orlando Hernández.
La madrugada del 16 de septiembre del 2014 Cristina tuvo que defenderse para no morir. Ella terminó en la cárcel y él en el hospital. Un año después Hernández murió y la fiscal, Laura Margaretic, cambió la carátula de lesiones a homicidio agravado por el vínculo. Así el 22 y 23 de agosto un jurado popular de Azul tendrá que decidir si la mujer evitó su femicidio o si pasará toda su vida en la cárcel.
“Está presa por su condición de mujer, negra y pobre, cuando debería estar libre hasta el juicio y esa situación hizo que el Municipio la dejara sin su sueldo”.
Así se denuncia desde nuestra ATE y los espacios de mujeres, agregando además la responsabilidad del Estado, la falta de investigación respecto al contexto que lleva a Cristina a ésta situación y la injusta detención. Ella debería estar libre. Actualmente se encuentra con prisión domiciliaria.
“La mirada de género brilló por su ausencia”, lamentó Elsa Telo, responsable de Género de la Seccional Azul y agregó: “Hernandéz murió de una infección en un geriátrico porque el Municipio obligó a los hijos a sacarlo del hospital. Por todo esto, invitamos a que se sumen al acompañamiento a Cristina este 22 y 23 en los Tribunales”.
Una vida violentada
Cristina nació en una familia donde se le dijo que las mujeres deben obedecer siempre a sus esposos. La obligaron a casarse con Hernández a los 16, unos años mayor que ella. Sus tres hijos también vivieron la violencia machista. El salario de Cristina era el único ingreso en la casa de un barrio humilde en el que vivía, mientras su marido la violentaba física, psicológica y económicamente. Incluso en varias ocasiones la obligó a despertarse a las 3 a.m para cocinarle.
Costillas rotas, moretones, marcas, caída de dientes. Como muchas otras mujeres Cristina no pudo decir lo que estaba viviendo. El Patriarcado le enseñó a tener miedo, a callar y sentir vergüenza. Hasta que se dio cuenta que no está sola, que la red feminista la escucha y le cree. “Queremos que el jurado se siente y escuche una historia de vida. La fiscal propone una foto, nosotros una película, que la juzguen en el contexto de la vida que tuvo”.